9 jul 2013

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LA FRAGUA LITERARIA LEONESA. CON MANUEL CUENYA | GUSTAVO VEGA

Diario de León.

09/07/2013

«Valerio del Bierzo es un precedente de la poesía visual»

El poeta y artista Gustavo Vega, autor de PoÉticas Visuales, está retomando su voluminosa tesis doctoral, de casi 3.000 páginas, para que vaya saliendo a la luz a trozos

Por Manuel de Cuenya


Pionero en la aplicación, en los años 80, de los métodos del minimalismo americano a la poesía visual, en la introducción de ésta en la enseñanza así como en la realización de una nueva escritura caligramática con letras deformadas utilizando las posibilidades de la informática, Gustavo Vega se revela como uno de los autores más activos en este ámbito poético, con libros como La frontera del infinito –poética minimo-maximalista–, que publicó la Universidad de León en 2005.

Nacido en El Bierzo, en concreto en Villaverde de los Cestos, Gustavo vive desde hace años en Barcelona, donde desarrolla su carrera como artista y poeta. «En Barcelona es donde he desplegado gran parte de mi actividad creativa y donde he absorbido una gran parte de la cultura». Un berciano ilustre, reconocido como tal en Cataluña. Un artista cuya obra, aun siendo la suya más de conceptos y abstracciones que de paisajes, está sustentada, en cierto sentido, en sus vivencias de infancia y juventud en el Bierzo y en la ciudad de León: «Villaverde de los Cestos y su Era de Arriba –hoy desaparecida: una parte de ella es la calle con mi nombre-, montes llenos de misterio, la viña… del abuelo... el antiguo puente sin barandas y su vértigo, los calderos llenos de pulpo... Folgoso de la Ribera y sus tejados de pizarra... y el monasterio en ruinas de Carracedo… el Puerto de Manzanal y su antigua carretera, carbón y mineros en bicicleta... Y León –Ordoño II, la Catedral, la Rúa, el Húmedo– y las Eras de Renueva, donde cazábamos grillos y tirábamos piedras a los pájaros o a los del Barrio de San Esteban».

Como buen berciano, Gustavo Vega ha reivindicado en varias ocasiones a Valerio del Bierzo como un precedente de la poesía visual, puesto que éste utilizó recursos propios, «tales como acrósticos y telésticos en los que aparece su propio nombre, por ejemplo: Valerivs Deum Misellvs Orat…».

Poesía visual
Su poesía visual, al igual que otras de sus creaciones –poesía fonética, poesía escénica, acción, plástica, concretismo, vídeo-poesía... además de formas discursivas más convencionales– surge, según él, de la necesidad de decir, explicar... El poeta –asegura– puede valerse de cualquier medio, además de la palabra, el cuerpo, materiales plásticos…, para expresarse, porque en su obra se aúna lo plástico y lo visual. Léase sus Poéticas visuales.

Formado en Roma, donde tuvo la ocasión de estudiar filosofía y descubrir formas pictóricas muy diferentes a las que había visto en León, además de visitar varias veces, con su carnet universitario, todos los museos y galerías de arte, Gustavo Vega es un berciano universal, con gran proyección no sólo nacional sino internacional, un renacentista, a quien le interesan los renacentistas, «y su afán por descubrir, inventar... en cualquier campo». Como es su caso y el del primer teórico del Renacimiento, Leon Battista Alberti «que, además de cura, secretario de tres Papas, fue arquitecto, matemático, poeta, lingüista, filósofo, músico, arqueólogo, muy hábil sobre el caballo para introducir la lanza en una anilla...».

Autor de antología
Su obra, influenciada por el Zen japonés o el Tai-txi aparte de San Juan de la Cruz, y constituida por libros como Habitando Transparencias, El Placer de Ser o el poemario bilingüe Pintar la luz / Dipingere la Luce -el cual le ha abierto puertas y reconocimiento en Italia-, ha sido incluida en numerosas antologías dentro y fuera del país. Y además ha sido traducida a varios idiomas, entre otros al inglés o al italiano (su segunda lengua, que a él le resulta entrañable), y aun a lenguas raras y exóticas como el albanés o el japonés. Esto le ha permitido viajar –una de las experiencias más enriquecedoras»– por todo el mundo: «Me han influido menos los más próximos culturalmente –Europa, América del Sur–; y más, los más distantes culturalmente. Pero no han sido ni los paisajes ni los edificios, sino el trato con la gente… El viaje que más me marcó fue el primero que hice a la India y Nepal hace treinta años; Bali (cuando aún no había turismo), Birmania, Camboya... Mali, Burkina Faso... También Siria... Recientemente las cicatrices de la guerra de Bosnia y Hercegovina -Sarajevo, Mostar...-».

El autor de Prólogo para un silencio, a quien le entusiasma componer haikus y a veces poemas comestibles como divertimento, está ahora con varias recopilaciones: la historia de 35 años, haciendo poesía textual y visual, de su paso por el Col.legi Casp de Barcelona. O la preparación de una antología-estudio sobre la poesía visual catalana. «Y algo parecido sobre poesía andaluza y vasca». En realidad, Gustavo está retomando su voluminosa tesis doctoral, de casi 3.000 páginas, para que a trozos –dice– vaya saliendo a la luz.



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